EL VERDADERO AMOR
En un mundo donde cada día la tecnología avanza y nos encontramos con más dispositivos donde la ausencia de cables es la nota dominante, todos conocemos términos como Internet Wifi, Bluetooth, además de la antigua Radio, que son tan habituales y que nos permiten conectar a un mundo distante e invisible. Contamos con teléfonos con una capacidad inimaginable años atrás y con una posibilidad de conectividad en la que parece que ya no podemos vivir sin tenerlos a nuestro lado y, esto nos hace depender casi para todo de ellos. Aunque la vida parece más sencilla, sin embargo, nos estamos atando a algo que no es esencial ni fundamental para nuestro caminar.

De forma casi imperceptible, estos avances con los que contamos, nos hacen olvidar la razón esencial de nuestra vida. Parece que el hombre, en ocasiones, se cree infinito, que su paso por esta existencia va a durar siempre. Poco a poco estamos destrozando este planeta y, muestra de ello, por ejemplo, la comida que tomamos, muchas veces, no es ni natural ni beneficiosa para nuestro organismo. El ser humano está siempre construyendo esa torre de Babel con la que quiere ser el centro de un universo, siendo verdaderamente comparable a una simple hormiga.
Aun siendo insignificantes, Dios derramó su Amor por nosotros y nos ofreció a Su Hijo para que nos podamos dar cuenta de nuestra propia imperfección. Esa conectividad inalámbrica tecnológica, con la que ahora contamos, quiere que la tomemos en cuenta de una forma espiritual, pues es la que nos brinda la conexión con nuestro Creador y no a través de un dispositivo ni por algo externo, no, tenemos el receptor adecuado para poder parearlo con el Emisor; Como si fuera una conexión a Internet, contamos con un nombre de Red, la cual podemos encontrar entre todas las demás opciones. Quizás no esté en mayúsculas ni con un atrayente nombre, pero sí está. Tal vez, la hemos pasado por alto porque la calidad de la señal era baja, ya que no estábamos lo suficientemente cerca para recibirla entre las primeras opciones de potencia, pues no es porque no sea potente la señal, fue más bien porque nosotros nos alejamos. Si la ves, no la pases por alto; Acércate a la fuente y verás que fácilmente toma fuerza y, aunque no sepas la contraseña, alguien se te acercará y te la dirá. Es sencilla, cinco letras, la primera en mayúsculas, sin dificultad: "Jesús". Porque sólo se llega al Padre por Él, sólo por tomar de Su nombre y conectarlo a nuestra vida y no alejarnos de Él (Juan 14.6).
Esta opción es la que nos permite sacarle partido, de una forma definitiva, a nuestro "dispositivo", a nuestro ser. Pero.... hay que leer el manual de instrucciones y tomarlo en cuenta. Sólo así podremos usarlo de forma adecuada y conseguiremos mantener esa comunicación bidireccional.
Tenemos los medios, contamos con las posibilidades, pero también con alternativas que quieren ofrecernos algo parecido. Pero una sola es con la que obtendremos una recompensa más allá de nuestras expectativas, siendo el verdadero alimento ("Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida." Juan 6.55) y nos hará entender la razón y el sentido de nuestra vida y, que las demás opciones, sólo tienen el fin de apartarnos de la que verdaderamente importa ("Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado" 2 Pedro 2.2).
Sigamos la Verdad y conectemos nuestro ser a Él, la Red de Vida Eterna: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir." (Juan 16.13)
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." (Romanos 5.8)
"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero." (1 Timoteo 1.15)
"el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros." (Juan 14.17)