EL VERDADERO AMOR
Semanas atrás, escuchando una emisora cristiana local, uno de los locutores radiofónicos, hacía una reflexión personal, en la que quería incluir una crítica a cómo la tecnología ha entrado en nuestras vidas y, a veces, en vez de ayudarnos, entorpece nuestra propia inteligencia y causa problemas que a la larga produce efectos negativos en nuestro modo de vivir.
El caso particular trataba de cómo los llamados teléfonos “inteligentes” habían formado ya parte de nosotros, sin los cuales, algunos de nosotros, no podemos vivir. Podemos olvidar el “luch”, una chaqueta, etc., pero si nos dejamos olvidado el celular en casa, damos la vuelta aunque nos cueste con ello llegar tarde al trabajo o a alguna cita.

Este caso se manifiesta también cuando llegamos a la iglesia, a donde se supone que toda nuestra atención debe ser puesta en alabar y dar gloria a Dios, tener momentos de una intimidad más profunda y, dedicar tiempo para recibir una enseñanza y con ello ayudarnos a poner en práctica una vida más acorde con la santidad que Dios nos reclama.
Esos teléfonos inteligentes, forman ya parte de nuestra “alabanza” (¿Cuántas veces no ha hecho o ha visto grabar con los celulares una parte del culto para compartirlo en las redes sociales?). También han sustituido a nuestras biblias, pues ya estamos acostumbrados a esa “navaja suiza” en la cual llevamos un todo que nos ayude a subsistir en nuestro diario vivir.
El problema no son los teléfonos, sino el uso desmedido que le damos. Mucho más porque el problema es que nos están robando la atención.
¿Cuántas veces no ha sentido la tentación, (o aún lo ha hecho) de ver que recibe una notificación y tomar el teléfono para ver de qué se trata?, ¿o simplemente, ha sentido el deseo de conectarse a una red social a ver qué hay de nuevo?.
Esta es un arma de doble filo, que nos lleva a poder tener más contacto con nuestro alrededor y usarla para poder ser más fieles a Dios y compartir de sus maravillas, pero también un instrumento de tentación del enemigo que influye en nuestra atención, para llevarnos lejos de lo que sería actuar con inteligencia.
Estamos sustituyendo nuestra inteligencia para concedérsela a un aparato “inteligente” que nos puede hacer dependientes de él y, por lo tanto, dejar de prestar atención a lo que verdaderamente importa y perder la base de lo que se considera ser inteligente.
La inteligencia según la Palabra de Dios es apartarse del mal (Job 28.28). ¿Cómo vamos a apartarnos del mal si no estamos atentos a lo que Dios nos pide?.
El Salmo 81.13-14 dice: “¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría yo derribado a sus enemigos, Y vuelto mi mano contra sus adversarios.”
El enemigo sabe cómo hacer las cosas bien y distraer al pueblo de Dios. Toda falta de atención a lo que es la rectitud del camino, es dejar pasar por alto las instrucciones de Dios y apartarnos a derecha o a izquierda, por lo que conlleva el salirse y perder la protección del Altísimo, esa sombra que refleja Su Misericordia y Poder sobre nuestras vidas.
Seamos inteligentes, sometámonos a Dios y a Su Voluntad, resistamos en atención y cuidado a lo que nos hace estar firmes en la fe para que no caigamos en la tentación, haciéndonos sabios en Sus instrucciones, obteniendo victoria sobre nuestras vidas, trayendo protección sobre nosotros, ante lo cual el Diablo no tendrá otra opción que huir (Santiago 4.7).