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LAS CUALIDADES DEL AMOR

El Amor es definido, por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, como: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Obviamente, como humanos que somos, necesitamos ser queridos y querer, pues está en la esencia de nuestro Ser. Esto nos diferencia de los animales, que, aunque muestran afecto, no creo que estén preparados para mostrar este sentimiento con todas sus consecuencias y en toda su plenitud. El hombre, como especie, está preparado para sentir y padecer, tiene conciencia de su existencia y la facultad de preguntarse el por qué de las cosas. En el tema del amor, el hombre busca, en la persona amada, un complemento, lo que siempre se ha conocido como "su media naranja", que nos haga ganar en seguridad y nos conduzca a un estado de tranquilidad y de paz. Pero, además, esta búsqueda tiene una vertiente en el plano espiritual, pues necesitamos dar respuesta a una serie de preguntas y necesitamos que alguien nos la ofrezca. Esta insuficiencia se torna en necesidad y es ahí donde entra Dios; Él es la perfección y para ganar esta seguridad y paz, debemos estar en comunión con Él, para que así nos responda y dé sentido a nuestra existencia. Es decir, debemos amarle, buscarle. 

Dios establece unos parámetros para que nuestra búsqueda no sea a ciegas y, además, como en el plano humano, el Amor de Dios también será correspondido. Nuestra guía está en la Palabra de Dios y Su correspondencia tiene Nombre: Jesucristo. La Palabra de Dios nos lo muestra como el Esposo. Nosotros, nuestras Almas, somos la esposa. Todo el libro del Cantar de los Cantares muestra el Amor que Dios está dispuesto a derramar sobre nosotros si hacemos y cumplimos Su Voluntad. Nosotros debemos mostrarnos puros ante Él, como una virgen (Mateo 25) para que Él vea que en nuestro corazón no hay otro amante, sino que hemos desechado al otro pretendiente que busca apoderarse de nosotros, engañándonos con un "amor" falso.

 

En la Palabra de Dios, en pocos sitios como en el Capítulo 13 de la 1ª carta a los Corintios, se describe las cualidades que tiene el Amor. Desgraciadamente, el mundo no entiende lo que Dios quiere decirle; Hemos visto que en muchas celebraciones de matrimonios se usan estos pasajes como ejemplo de lo que debe ser el amor entre los contrayentes y el que deben demostrarse toda la vida. Pero, lejos de referirse a esta circunstancia, aunque nuestro actuar en un matrimonio debe ser acorde con el mensaje de Jesucristo, no podemos extrapolar estos versículos solamente a la faceta física. Claramente, Pablo en este capítulo, se está refiriendo categóricamente a otra cosa. Si analizamos los primeros 3 versículos de este capítulo, podemos ver de qué clase de Amor nos está hablando:

 

"1Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve."

 

Sitúa el Amor por encima de los Dones Espirituales, aunque diría que más que por encima, su lugar es la BASE, es decir, la base de la Fe: "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando." (Juan 15.13-15). Este es el Amor; Cristo, siendo hijo de Dios, perfecto, sin mancha, se entregó en Sacrificio vivo y entregó Su Sangre por el perdón de nuestros pecados, por AMOR a nosotros: Juan 3.16 "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.". Esta es la base de la Fe en Cristo y el sentido de la creación.

 

Quedando claro esta diferencia, es donde entra los versículos a los que nos referimos:

 

"4El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."

 

El Señor nos hace ver una serie de cualidades que tiene el Amor, el Verdadero Amor:

 

Sufrido: que todo lo soporta... si, el pobre Señor, lo que nos ha de soportar en nuestra imperfección, pero Él nos ama.

 

Benigno: es decir, que tiene buena voluntad y afecto. El Señor desea lo mejor para nosotros, Él está deseando bendecirnos, pero nosotros estamos deseando hacerle caso al cuerpo, a la mente, para ir en su contra. Debemos hacer presente la Palabra de Dios en nosotros y ser como un espejo o reflejo de Dios e irradiar el Amor del Señor por los cuatro costados. Los demás deben verlo en nosotros, en nuestra actuación, demostrando que hemos vencido al mundo, a Satanás, que él ya no tiene parte con nosotros, no por nuestros propios méritos, sino gracias al Sacrificio de Amor de Cristo.

 

No envidioso: por lo tanto, no debemos desear las riquezas y bendiciones del mundo, sino las del Reino de los Cielos. Debemos de preocuparnos de nuestra situación espiritual, no desear lo ni la de los demás. El Señor me ha recordado lo que le dice a Pablo cuando en 2ª de Corintios 12 le pide que le quite el "aguijón de la carne": Bástate mi gracia. Buena respuesta. Ten presente Su Amor, lo que ha hecho por ti.

 

No jactancioso: Jactarse es creerse que tiene derecho, que se merece la bendición (la Salvación o los Dones) que tiene, anulando la Gracia de Cristo, que es quien, por amor de nosotros, nos ha hecho salvos a los que no nos lo merecíamos. "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia." (1ª de Corintios 1.26-29).

 

Hay mucha gente que, sin ella saberlo, es jactanciosa, ya que se cree buena, que ya es salva por sus propios méritos, sus buenas obras en el mundo y no sabe que sólo hay uno Justo, Cristo y únicamente por él se adquiere la Salvación. (Romanos 3.10 y ss; Hechos 4.12)

 

No se envanece: relacionado con el término anterior, envanecerse es ser soberbio, es decir, creerse mejor que otro y superior a los demás. Pablo dice en la carta a los Romanos 12.16: "Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.". Comparando el hombre con una planta, tal y como hace en varias ocasiones el Señor en los Evangelios, una persona envanecida es aquella que habiendo dado fruto, el Amor de Dios en ella, tiene una plaga que seca y pudre el fruto dejándola estéril. Eso es lo que hace la vanidad, la soberbia, la altivez de espíritu en el alma de un cristiano. Siempre debemos estar vigilantes, pidiéndole humildad, ya que "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros" (Santiago 4.6-8).

 

No hace nada indebido: hacer lo indebido es hacer injusticia. Como ya hemos dicho antes, el único Justo es Cristo y Su Obra de Justicia, por Amor, es llevar nuestras cargas, nuestros pecados y, a su vez, nos pide que hagamos una obra de justicia, de Amor, que es hacer llegar Su Salvación, a través de la predicación de la Palabra, a los demás. Intentar hacer otras obras que Dios no te mande, sustituyendo el Evangelio de Cristo por otra moral, es pervertir el derecho y la justicia. "Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal" (1ª de Pedro 3-12) y "Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5.10).

 

No busca lo suyo: porque Cristo no buscó su propia Gloria sino dar Gloria al Padre, así nosotros, debemos buscar dar Gloria a Cristo y no gloriarnos en nosotros mismos: "vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia" (Romanos 2.7-8).

 

No se irrita: irritar significa llevar a ira, es decir, producir en otro o en uno mismo furia por haber hecho o haber recibido alguna injusticia. Por tanto, si permanecemos en el Amor del Señor, nuestra actuación debe ser conforme a la Justicia de Dios y, por tanto, no de acuerdo con la justicia (moral) del mundo, para no irritar a Dios ni apartarnos de Él "La insensatez del hombre tuerce su camino, Y luego contra YHWH se irrita su corazón." (Proverbios 19.3). No podemos juzgar su actuación para con nosotros, sino confiar siempre en su criterio, pues Él conoce mejor que nosotros mismos lo que nos conviene. "Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna." (Tito 3.4-7).

 

No guarda rencor: el rencor es producto del enojo y el resentimiento y sucede cuando no se perdona de corazón, cuando los pecados antiguos vuelven una y otra vez a la memoria de alguien. No hace esto nuestro Señor, quien con su Sangre, cubrió multitud de pecados para borrarlos de la memoria del Padre, "anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz." (Colocenses 2.14-15).

 

Nuestra actuación debe ser conforme al Amor de Cristo, perdonando siempre las deudas de los demás igual que Dios ha perdonado las nuestras: "Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale." (Lucas 17.3-4).

 

No se goza de la injusticia: como antes hemos dicho al explicar que el Amor no hace nada indebido, ni se alegra si lo hace otro. No podemos defender comportamientos contrarios a la Ley de Dios, tolerándolos o disculpando actuaciones ingratas, pues en ellas está el pecado, Satanás, y no se puede tener doble ánimo ni servir a dos señores.

 

Se goza en la Verdad: que es Cristo y Su Evangelio.

 

Todo lo sufre: Cristo padeció por nosotros en la cruz, soportando la humillación del mundo y la deshonra del mundo, pagando con Su Muerte nuestro rescate, haciéndose maldito a los ojos del Padre por causa nuestra: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)" (Gálatas 3.13).

 

Todo lo cree: creer es tener Fe y es "...la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." (Hebreos 11.1). Hay que creer en la Palabra de Dios en su totalidad, no se puede creer en parte. Cristo creyó en el Padre hasta el final, tuvo fe en que el Amor del Padre lo resucitaría y, así, nosotros debemos creer totalmente en que hemos resucitado junto con Cristo y viviremos para siempre, si aceptamos Su Sacrificio como única vía para la Vida Eterna.

 

Todo lo espera: tener esperanza en que Dios cumple su promesa que no es otra que la Salvación.

 

Todo lo soporta: soportar incluye la acción de sostener. Dios nos sostiene "Mas el que sostiene a los justos es Jehová." (Salmo 37.17) para que no caigamos en las garras de Satanás, siempre que le oremos y confiemos en Su Poder sometiéndonos a Su Voluntad.

Por último quiero irme al último versículo del capítulo, el cual resume todo lo anterior:

 

"13Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor."

 

Los tres son primordiales para adquirir y permanecer en el Camino del Señor, pero la base de todo es el Amor. Como en toda relación, el amor es fundamental. Cristo busca ser nuestro esposo y nosotros, como buenas esposas debemos corresponderle con el mismo Amor con el que Él nos ama. Si nuestro Amor se enfría, lo más seguro es que busquemos otro amante y forniquemos contra nuestro esposo y le dejemos de lado. Pero como esto ocurra, el Señor nos repudiará y se divorciará de nosotros, dándonos carta de libertad para que nos unamos con Satanás, el cual está deseoso de habitar de nuevo en nuestra alma, no porque nos ame sino por despecho y celos de Dios, porque sabe que Dios nos ama tanto que la forma de hacerle daño es apartarnos de Su Amor. No dejemos que esto ocurra. Afiancemos cada día nuestra promesa de Amor a nuestro Esposo, Cristo.

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