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Esta es una pregunta que tiene una gran importancia al analizar las Escrituras, pues demuestra que todas ellas son perfectas y Dios ha establecido un sentido a todo lo que Él hace y ordena, mostrándonos que sólo hay un Camino para conocerle y seguirle, para así alcanzar la Salvación, la meta y fin de nuestra creación en este mundo de corrupción.

 

Tradicionalmente hemos entendido que el Señor vino al mundo, no como un rey, con lujos, reconocimiento, etc., sino que lo hizo con toda humildad, para sernos ejemplo a seguir en cuanto a nuestra actitud ante la vida y ante Dios. Él estableció un enfrentamiento entre lo que es agradar a Dios y al mundo, pues vino a darnos a conocer un Reino, espiritual, apartado de los deleites que nos ofrece este mundo de pecado (Juan 18.36).

 

Pero además del sentido anterior, Jesús, con las circunstancias de Su Nacimiento, quiso mostrarnos otro significado, el cual me gustaría analizar en este artículo.

Vamos a utilizar el Evangelio de Lucas, el cual es el que más detalles ofrece sobre el nacimiento del Señor: "Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón." (Lucas 2.4-7)

 

Por un lado, vemos que Jesús es descendiente de David, Rey de Israel, viniendo a establecer un Reino Espiritual, tal y como habíamos dicho antes. Además, era necesario que el Mesías viniera de Belén, pues así lo dice la Palabra (Miqueas 5.2). Pero lo que ahora más me interesa es la circunstancia de que María tuvo que dar a luz en un establo, y en vez de una cuna o una cama, tuvo que recostarlo en un pesebre, pues "para ellos" no había alojamiento. Es curioso que Lucas no diga simplemente que no había alojamiento, sino que parece que son excluidos expresamente, ya sea por motivos de procedencia o aspecto. Viéndolo en un sentido espiritual, el mesón representa al mundo que, como ya sabemos, no quiere reconocer que está en pecado y que necesita de un Mesías Salvador para ser librado del castigo en el día del Juicio. El mundo desecha el Evangelio de Cristo y sólo los que son de Él escuchan el mensaje de Salvación y siguen Sus Mandamientos, cumpliendo en ellos mismos la Palabra, recibiendo la Unción de Su Espíritu. El mundo no quiere que Cristo nazca en él sino que le desecha.

 

Por lo tanto, vemos, aunque la Palabra así no lo diga, que el único resguardo que tuvieron a su alcance fue el de un establo, un lugar destinado para el refugio de los animales. Al nacer, María tuvo que usar un pesebre para acostar al retoño; Su primera cuna fue algo que es utilizado para dar de comer a los animales, o sea, que fue puesto en el sitio donde el ganado, las bestias, comen. Esto tiene una gran importancia, pues el Señor nos quiere decir con esto que Él está y estará para todo aquel que tenga ganas, hambre de conocerle: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados." (Mateo 5.7)

 

"A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura." (Isaías 55.1-2)

 

Pero nosotros somos personas, ¿cómo vamos a ser comparados con animales irracionales?. La Palabra iguala a todo aquel que no cumple la Voluntad de Dios con un animal, una bestia, que no tiene razón, el entendimiento espiritual de lo que es la Verdad y va en contra del mismo Dios, usando su razón y no la Fe. "Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré." (Judas 10 y 11)

 

"Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti." (Salmo 73.22)

 

"Es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos son semejantes a las bestias." (Proverbios 3.18)

 

Visto así, todos nosotros hemos sido considerados por Dios como animales, sin razón, guiados hasta entonces por nuestros sentidos e instintos, buscando nuestro propio interés. Si lee el capítulo 10 de Hechos de los Apóstoles encontrará descrita esta situación espiritual. Ah, pero nosotros tenemos la razón. Efectivamente, hay algo que nos diferencia de los animales, pero ¿la utilizamos para lo que verdaderamente importa?, si no lo hacemos según lo que Dios pide de nosotros, ¿para qué nos valdrá?. Podremos construir grandes edificios, viajar a la Luna o a Marte, descender al fondo de los océanos, construir ingenios para volar e incluso destruir el mundo con solo pulsar un solo botón, pero en verdad esta no es la utilidad para la que Dios nos ha entregado la mente, la razón.

 

Precisamente, por usar el raciocinio entramos en la dinámica del pecado. Nosotros juzgamos si algo está bien o mal, si nos conviene o no. Este es el pecado llamado "original", el haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 3). Pero es de significar que antes de pecar, la mujer que es hecha por el Señor partiendo de una costilla de Adán, se llama Varona (Génesis 2.23), no Eva.Eva es llamada así por Adán una vez que pecó contra Dios, comiendo ella, y llevándole de comer a su marido, del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 3.20). Eva significa "viviente". Viviente es el que tiene vida, pero hay que significar que ya no es Vida Eterna, es decir, de la tranquilidad y relación con Dios que tenían antes de pecar, sino vida terrenal, tal y como Él les muestra al expulsarlos de Su Presencia.

 

Ejemplos de esto mismo tenemos en los siguientes versículos:

 

"La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres." (Daniel 4.17)

 

"Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes." (Salmo 27.13)

 

Por lo tanto, viviente es sinónimo de animal, de un ser con vida terrenal, tal y como describe el Señor a la hora de la creación: "Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno." (Génesis 1.24-25). Incluso el hombre, cuando Dios lo creó, antes de ser puesto en el huerto del Edén (Génesis 2.7) y llamado Adán, que significa "rojo", además de "terrenal", era viviente, pues aún no había comido del Árbol de la Vida, pues este se encontraba en el Edén.

 

El doble significado del nombre de Adán, tiene sentido en cuanto que nosotros formamos parte de la tierra de los vivientes (carnal y terrenal), pero, al comer del fruto del Árbol de la Vida, tal y como veremos más adelante, seremos cubiertos de la Sangre de Cristo (rojo) y formamos parte del Reino espiritual de Dios.

 

Sin embargo, Adán y toda la humanidad peca. Dios, a pesar de que le hemos desobedecido, nos sigue queriendo, nos AMA tanto que, conociendo nuestro pecado, nuestro desprecio a sus Leyes, perfectas, y a Sus Advertencias, nos da otra oportunidad, nos marca un Camino para poder adquirir la misma relación que teníamos con él antes de pecar. "No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento." (Lucas 5.32).

 

Para que nosotros podamos ser ayudados y guiados por Dios, Él tiene que ver que sinceramente existe un arrepentimiento y la intención de amarlo y de seguir Sus Mandamientos. Cuando esto ocurre, es cuando nos damos cuenta de la situación espiritual que tenemos, de alejamiento y necesidad de que Dios nos libre de la muerte que nos merecemos por causa de nuestras transgresiones. Precisamente, Dios desde el principio nos marcó el Camino para volver a entrar en Su presencia, que no es otro que por donde salimos de Ella: "Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida." (Génesis 3.24).

 

Ahí es donde nos encontramos con el Evangelio de Cristo, esta Espada encendida; la Espada representa la Palabra de Dios (Apocalipsis 1.12-16) que es predicada con el Fuego del Espíritu Santo. Esta predicación la vamos a encontrar por parte de unos querubines, ángeles, que no son otra cosa que Enviados de Dios, o sea, hermanos que te van a marcar el Camino del arrepentimiento y del Nacimiento de Nuevo (Juan 3), de la muerte al viejo hombre, para que así renazca un nuevo hombre espiritual a semejanza de Dios (Génesis 1.26).

 

"No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.... El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará." (Mateo 10.34 y 39)

 

"Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados." (Isaías 66.16)

 

Una vez que hemos muerto y renacido, ahora es cuando podremos comer del fruto del Árbol de la Vida: "Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios" (Apocalipsis 2.7), que no es el árbol prohibido sino el preparado por Dios para nuestro gozo y por Su Misericordia y Amor hacia nosotros: "El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra" (Proverbios 21.21)

¿POR QUÉ JESÚS FUE PUESTO EN UN PESEBRE?

El Señor se va a colocar y se nos mostrará cuando en verdad nosotros estemos dispuestos a recibir Su Mensaje, Su Evangelio, cuando queramos comer, ser alimentados del Árbol de la Vida y renegar de esta vida de pecado para buscar otra gloria, la venidera, la que no se ve con esta razón sino que la podremos encontrar por la Fe, esperando y deseando la promesa de la Salvación. Cuando seamos mansos, no rebeldes; cuando mostremos arrepentimiento, no soberbia. Cuando estemos dispuestos a ser guiados por un pastor que nos marque el camino, será cuando, como ovejas, iremos a alimentarnos del verdadero conocimiento y beber del Agua de Vida que no es otra cosa que del Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo que entregó su vida en Sacrificio para el perdón de nuestros pecados.

Seamos mansos, obedientes, sumisos, como el ganado, para que Él se nos muestre y tenga consideración de nosotros y no nos rechace como hará con los que no le reconocen como Salvador: "El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás." (Isaías 1.3-4).​

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