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Todo católico cree conocer los mandamientos de la Ley de Dios. En su catecismo vienen reflejados, y desde pequeños los hemos repetido de memoria. El primero: Amarás a Dios sobre todas las cosas, el segundo: no tomarás el nombre de Dios en vano..., sin embargo cuando los buscas, no en tu catecismo, sino en la Biblia, encontramos que el segundo mandamiento de la Ley de Dios es: "No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y que hago misericordia a millares a los que me aman y guardan mis mandamientos" (Deuteronomio 5.8-10).

 

Hay católicos que defienden las imágenes de Cristo, la Virgen y Santos diciendo que cuando se inclinan ante ellas no se inclinan ante la imagen sino ante Dios. Yo no quiero añadir ni quitar nada a la Palabra de Dios, solo manifestar lo que Él nos mandó escrito en "dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios" (Éxodo 31.18).

Sobre la necesidad de cumplir éste y los otros mandamientos recuerda que el mismo Señor nos dice: "No penséis que he venido para abrogar la Ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; más cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos" (Mateo 5.17-19).

 

Cuando en la Biblia aparecen los términos ídolo, imagen e idolatría, se refieren a escultura o pintura que representa a Dios, no sólo a dioses extraños o extranjeros al pueblo de Israel, sino que cuando el pueblo de Israel hace estatua que representa a Jehová para sentirlo más cercano, Dios siempre rechaza esa imagen y pregunta: "¿a qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?" (Isaías 40.18). Un ejemplo claro lo encontramos en 1ª de Reyes 12.28 "Y habido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Harto habéis subido a Jerusalén: he aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto". Aquí nadie puede dudar que el Dios que sacó a Israel de manos de los egipcios fuera otro que Jehová, el único Dios. 

Incluso en el Nuevo Testamento redunda en esta idea "siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, escultura de arte y de imaginación de hombres" (Hechos 17.29).

 

No creas que sólo en pasajes aislados se refiere Dios a las imágenes o idolatría. Si lees su Palabra verás referencias continuas a este tema, por ejemplo, en el Salmo 115 y el capítulo 4 de Deuteronomio, entre otros.

 

Replantéate la idea fija que tenías sobre las imágenes, que con su adoración y veneración a nadie haces mal, pues todo lo contrario, a ti te lo haces, pues sin querer no adoras a Dios, sino al demonio.

EL SEGUNDO MANDAMIENTO DE LA LEY DE DIOS

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