EL VERDADERO AMOR
LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR

Desde pequeños, lo primero que nos asombró cuando empezamos a oír la palabra de Dios, es que Jesucristo era un hombre muy bueno, puesto que había venido a este mundo, como Hijo de Dios, para curar y salvar a mucha gente de sus enfermedades. Nos maravillaba el poder y la Fe que tenía para curar a sordos, mudos, cojos, paralíticos e incluso resucitaba muertos. Ahora, ya de mayores, madurando en nuestra mentalidad, seguimos asombrados de Su poder y Misericordia.
Se que es indudable, para todos los que tenemos Fe en Cristo, que nuestro Señor maravilló a su tiempo y mucha gente le seguía y se presentaba a Él para que fueran curadas sus enfermedades. Pero ¿de verdad, la finalidad de Cristo cuando realizaba estos milagros era la de curar, físicamente, a esas personas?. Si nos paramos a analizar estas situaciones, Cristo en verdad salvaba la vida de los curados, pero no los hacía inmortales, puesto que su cuerpo, algún día, debía morir. Entonces, ¿cuál es su verdadero sentido?.
Cristo no vino al mundo como un gran sanador, sino en verdad, como "El Sanador": "Los ciegos ven, y los cojos andan; los leprosos son limpiados, y los sordos oyen; los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio" (Mateo 11.5). Él vino para dar vida a los muertos, dar esperanza a los desesperados, curar a los enfermos: sordos, mudos, cojos..., pero una cura espiritual. Tal y como nos transmite la Palabra, Cristo vino para ofrecernos la Vida Eterna: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3.16).
Los llamados milagros, entonces, deben ser mirados desde otra perspectiva, es decir, no quedarnos solo en la letra, sino adentrarnos un poco más en el sentido de la Palabra; no quiero decir con esto que los milagros que aparecen en la Biblia no ocurrieran físicamente, sino que a la vez que estas personas eran sanadas en su cuerpo por el Señor, Dios los curaba espiritualmente, siendo este último sentido más importante que el primero. De hecho hay un pasaje en el que explica nuestro Señor que Él ha venido a perdonar nuestros pecados, salvándonos de la muerte espiritual. Para ayudarnos a intuir el poder espiritual que tenía Cristo para perdonar nuestros pecados y liberarnos en la eternidad de ellos, hace unas manifestaciones "maravillosas" visibles, que demuestran el poder que tenía y tiene Él, no sólo sobre nosotros, sino sobre toda potestad espiritual: "Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?" (Marcos 2.5-7).
Cuando Jesús, al principio de su vida pública, predica el Evangelio y, como hemos visto en este pasaje, manifiesta que ha venido con el poder de perdonar los pecados a los hombres que crean en Él. Los estudiosos de la Ley, los religiosos, no lo creen, necesitan una señal física, que les muestre que Él viene de parte del Padre, revestido de su Poder y Espíritu. ¿Cuál es la respuesta de Jesús a la incredulidad de ellos?. Podría haberles contestado que Él era Dios, sin embargo, Jesús sabía que, aunque los escribas no iban a creerle por muchos milagros que Él hiciera, este paralítico si tenía Fe. Como veremos, cura al paralítico, explicándole que lo hace para que él tenga la absoluta convicción de que efectivamente le había perdonado sus pecados: "¿Qué es más fácil, decir al paralítico: tus pecados te son perdonados, o decirle: levántate, toma tu lecho y anda?. Pues para que sepáis que el hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces, él se levantó enseguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron y glorificaron a Dios, diciendo: nunca hemos visto tal cosa" (Marcos 2.9-12).
No creas que Jesús realiza el milagro por presión de los incrédulos, en este caso los escribas. Hay numerosos pasajes en los Evangelios, en los cuales los religiosos que no quieren creer en Él, le piden milagros asegurándole que si los realiza se convertirán. La respuesta de Jesucristo a esta petición es que no verán milagros. ¿Por qué actúa así el Señor?, ¿por qué hace milagros cuando no los piden y no los hace cuando se los demandan?. Jesucristo quiere ver en nosotros Fe, quiere que nos convirtamos a Él con sencillez de corazón, por haber creído en Su Palabra, por haber estado abiertos en nuestro corazón a Su Amor y sentido que Él es la Verdad.
Evidentemente que todo el mundo habría creído si Él hubiera hecho señales sin parar cuando se las pedían, pero entonces habría sido un Dios cautivo, preso de los deseos de los hombres que le hubieran puesto condiciones para aceptarlo como su salvador: Si haces este milagro (curación, encontrar trabajo o novio/a...) creo en ti y si no me lo concedes te desecho. Jesús no cae en esta trampa, cuando ve primero que hay Fe en esa persona, Él realiza lo que le pide; pero si ve, en el corazón de esa persona, que va a tratar de utilizar al Señor en beneficio propio, no realiza sus deseos, porque al Señor no le interesa tener un pueblo que sólo le siga cuando le convenga, sino que quiere tener un pueblo fiel, que confíe plenamente en Él y que anteponga la voluntad de Dios a la suya propia. "Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. Él respondió y les dijo: la generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás" (Mateo 12.39)
¿A qué se refiere nuestro Señor con la señal de Jonás?. Éste era un profeta que anunciaba por todo Israel la venida del Salvador. Jonás estuvo en el vientre de una ballena tres días, con sus noches, y así nuestro Señor realiza un paralelismo con su muerte y resurrección. ¿Que mayor señal tendremos que esperar que el sacrificio que Cristo hizo por nosotros, entregando su vida, su sangre, por el perdón de nuestros pecados y su posterior resurrección de entre los muertos?.
Cristo nos abre el camino para que creamos en Él; en todos los Evangelios se encuentran las claves para seguir Su Camino, para que Su Palabra dé fruto en nuestro corazón, para que nos reconozcamos enfermos: sordos, paralíticos, cojos... y necesitemos de su medicina: "Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Marcos 2.17). Por esto mismo, Cristo nos dice que no nos creamos sanos, limpios, pues no hay nadie libre de pecado y nos planteemos que por nosotros mismos no podremos alcanzar la Salvación. Debemos entregarnos ciegamente al Salvador y ser curados como lo fueron los enfermos de su tiempo, con todo Su Poder y Gloria, porque "... el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido" (Mateo 18.11), como le ocurre al ciego Bartimeo: "¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo:Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino."(Marcos 10.51-52)