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EL BAUTISMO

En el apartado "qué es ser cristiano" ya anunciábamos que trataríamos más en profundidad el tema del Bautismo, entendido como vivencia del cristiano.

 

Los judíos ya practicaban antes de la venida de Jesucristo un Bautismo de Agua, o de arrepentimiento de pecados. Así hay que entender la práctica de Juan el Bautista en el Jordán: "Y eran bautizados de él en el Jordán, confesando sus pecados." (Mateo 3.6).

 

En la 1ª carta a los Corintios se nos explica que el pueblo judío en tiempos de Moisés también fue bautizado como signo de arrepentimiento ante Dios. Este bautismo no significaba que Dios perdonase los pecados de su pueblo, solamente expresaba la congoja del hombre arrepentido ante Dios y la humillación ante el Todopoderoso pidiéndole Misericordia. Para que se produzca el perdón de Dios, es necesario que ese Bautismo de Agua sea seguido por el otro Bautismo, el de Espíritu: "Y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en la mar" (1ª Corintios 10.2). La nube significa el Bautismo de Arrepentimiento y la mar el Espíritu de Dios que salva a los judíos y ahoga a los egipcios. Si solo hubiera un bautismo los judíos cuando salen de Egipto solamente hubieran recibido el bautismo en la nube, sin embargo antes de entrar en la tierra prometida Dios los bautiza en el mar cuando abre las aguas para que ellos las atraviesen sin perecer.

 

Cuando un hombre expresa su arrepentimiento y pena por haber pecado ante Dios, Dios se conmueve, y cuando este hombre se bautiza, aunque no haya recibido el Bautismo de Fuego o de Espíritu, recibe una protección durante la vida mortal, pero esta protección no alcanza la vida eterna. Esto lo sabían bien los fariseos que han existido durante todas las épocas y que también convivían en tiempos de Jesús, mezclados entre el verdadero pueblo de Dios. "y viendo él muchos de los Fariseos y de los Saduceos, que venían a su bautismo, decíales: Generación de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que vendrá?" (Mateo 3.7). Esta es la gente que no quiere entregarse verdaderamente a Dios, sino solamente aprovecharse de las ventajas que tiene, para esta vida, el Bautismo de arrepentimiento. Para el mundo son creyentes, pero realmente en su alma, no aceptan, en su totalidad, la verdadera Palabra de Dios, que dice que aparte de arrepentirse hay que entregar la vida por Él: "Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es." (Juan 3.3-6)

 

Juan era el que preparaba el Camino al Señor, predicando el Evangelio del Arrepentimiento, para que, una vez producido éste, la acción salvadora del Señor fuera posible mediante su Sangre derramada para perdón de nuestros pecados. Por mucho que una persona se haya bautizado en agua, si no quiere cambiar de vida y nacer mediante el Espíritu del Señor a una nueva vida de gracia (Bautismo de Fuego), no serán perdonados sus pecados. La palabra griega que se usa en los evangelios para indicar arrepentimiento es Metanoia, que significa cambio de mente, por lo que al arrepentirnos lo que estamos haciendo es cambiar nuestra antigua forma de pensar y de actuar para acomodarla a otra nueva, donde ahora Cristo está formando parte de nuestras vidas y Su Palabra es guía para tener vida eterna.: "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; mas el que viene tras mí, más poderoso es que yo; los zapatos del cual yo no soy digno de llevar; él os bautizará en Espíritu Santo y en fuego." (Mateo 3.11)

 

Jesucristo define al Bautismo de Fuego como su propia muerte física, para alcanzar la salvación eterna de la humanidad: "Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?. De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!" (Lucas 12.49-50). Él conocía que había de entregar su cuerpo, su vida terrenal, para que se cumpla la promesa del perdón por parte del Padre.

 

Pero, ¿Cómo se produce el perdón?

 

Cristo muere una sola vez en Sacrificio válido por toda la Eternidad, salvando a todo aquel que voluntariamente acepta que es pecador (Bautismo de Agua) y que necesita de Su Sangre de Cristo para cubrir sus faltas (Bautismo de Fuego) "Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado." (1ª de Juan 1.7). En este momento esta persona, que se ha dado cuenta de la importancia de la muerte de Cristo para perdón de nuestros pecados, acepta morir espiritualmente con Él y nace a una nueva vida espiritual, Resucitando junto con Cristo, en la que Nuestro Señor va a dirigir todos sus pasos formando parte de su pueblo y de su cuerpo, siendo Sacerdote del Dios altísimo. Quien diga que ha recibido este Bautismo de Fuego y no ha cambiado su vida anterior, no sabe lo que está hablando, puesto que este Bautismo no es un rito sino una experiencia de comunión espiritual con Dios que renueva y da sentido a esta vida humana.

 

"Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo." (Hechos 11.16).

 

Cuando una persona cree en Cristo y se arrepiente de sus pecados, está ya preparada para que venga sobre ella el Espíritu Santo o Bautismo de Fuego, o sea, para recibir a Jesús como su salvador: "Pablo vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué, pues fuisteis bautizados? Ellos dijeron: en el Bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con el Bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyese en aquel que vendría después de Él, esto es en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo..." (Hechos19.1-6).

 

Aquí se ve que no se recibe a la vez el Bautismo de Arrepentimiento, que el Bautismo del Espíritu Santo, siendo dos cosas distintas pero complementarias entre sí. Hay otro ejemplo: "Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso, se espantaron los fieles que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también sobre los Gentiles se derramase el don del Espíritu Santo porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban á Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesús." (Hechos 10.44-48).

 

Como vemos en cada persona es distinto el Bautismo de Agua y de Fuego, pero todo discípulo de Dios recibe los dos. Unos reciben primero el de Agua y luego el de Espíritu, otros, por el contrario, reciben primero el de Espíritu y luego el de Agua. Unos reciben el Espíritu mediante la imposición de manos, otros escuchando en su corazón la Palabra del Señor profetizada y predicada por algún cristiano. En cualquier caso lo que sí es cierto es que ambos Bautismos se reciben con pleno conocimiento de la persona, libre y voluntariamente, entregando su vida pecadora para ser crucificada junto a Cristo en la Cruz. "¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente en él a la semejanza de su muerte, así también lo seremos a la de su resurrección: Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que es muerto, justificado es del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Porque en cuanto murió, en cuanto al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, mas vivos a Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro." (Romanos 6.3-11).

 

Como hemos visto, cuando un hombre es bautizado en el Espíritu, muere su hombre viejo, y un hombre nuevo, con el Espíritu de Dios morando en él, vive libre en Dios. Esto significa que nada en su vida va a ser igual que antes, pues al haber recibido el Espíritu Santo, ha muerto su dependencia al pecado, recibiendo una nueva naturaleza, como hijo que ahora es de Dios, y coheredero con Cristo del Reino.

 

Así una vez recibidos los dos Bautismos: uno de arrepentimiento y otro de la muerte del pecado en él y recepción de la gracia del Espíritu, en ese momento se puede considerar Hijo de Dios y salvo por la Fe en la resurrección de Jesucristo, en la cual participa.

 

Estos dos Bautismos son personales e intransferibles; nadie puede arrepentirse de los pecados de otro y nadie puede aceptar la Salvación de otro, como ocurre con la iglesia católica y todas las que "bautizan" a niños pequeños haciendo que los padres asuman la responsabilidad del arrepentimiento de los pecados de un niño que ni siquiera tiene conciencia del pecado, ni de la existencia del Salvador.

 

"Y Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos." (Mateo 19.14). Realmente quien dice a otro que ya está salvo porque le bautizaron cuando era muy pequeño, está impidiendo que esa persona se arrepienta del pecado acercándose a Dios para recibir su Salvación y su gracia. Quien se hace como niño naciendo a una nueva vida en el Señor (Bautismo de Fuego), es partícipe del reino de los cielos. "Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 18.3)

 

Por esto te aconsejo, querido lector, que si has sido bautizado de pequeño mires en tu corazón, con sinceridad, a ver si por ese bautismo has sido muerto o no al pecado, porque si el Espíritu Santo no mora en ti, no eres salvo. Yo también fui bautizado de pequeño pero al sentir que ese bautismo no era válido me bauticé ya de adulto tanto en agua como en Espíritu formando parte del pueblo santo de Dios. "Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él." (Romanos 8.9)

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