EL VERDADERO AMOR
BEERSEBA: EL POZO DEL JURAMENTO

Beerseba es un lugar que en las Escrituras aparece con una cierta importancia; Era donde estaba asentado Abraham cuando nació Isaac y de donde partieron cuando Dios le pidió que lo ofreciera en sacrificio (Génesis cap. 21 y 22). A su vez, es considerado como el límite sur de la tierra de Israel (Jueces 20.1), apareciendo 7 veces en el Antiguo Testamento la delimitación del territorio del pueblo de Israel como "desde Dan hasta Beerseba".
Esta zona desértica, en tiempos de Abraham e Isaac, formaba parte del reino de los Filisteos. Su nombre Beerseba, que se traduce como Pozo del juramento, viene precisamente de un pacto que hizo Abraham con Abimelec, el rey de los filisteos, de reconocimiento de que Abraham había construido un pozo en ese lugar, el cual los siervos de este rey le habían quitado y, por su parte, Abraham trataría con bondad a Abimelec y a su descendencia porque éste sabía que Jehová Dios estaba con Abraham. El juramento se sella con 7 corderas que le entrega Abraham al rey (Génesis 21).
Como bien sabemos un pozo es un agujero que se hace en la tierra para encontrar agua subterránea. La importancia de este líquido en el desierto es vital. Todos conocemos que sin agua no hay vida, por lo que siempre ha sido uno de los motivos por los que luchar. Esa lucha ocurre por nosotros, por nuestras vidas y se desarrolla en el ámbito espiritual. En Efesios 6.12 dice: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
Abraham sufrió esa lucha; lucha por su alma, por su vida. Vivía en un lugar desértico, donde había escasez de agua, donde espiritualmente la doctrina de Salvación era escasa. Por si fuera poco, los siervos del rey le habían robado la única vía para obtener el agua.
El agua representa el bautismo de arrepentimiento de pecados, como podemos ver en Mateo 3.11: "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.". Este es un paso necesario y anterior al nacimiento de nuevo, a recibir el Don de Dios y la renovación total de nuestra vida.
El bautismo conlleva lucha. La palabra griega que se usa en los evangelios para indicar arrepentimiento es Metanoia, que significa cambio de mente, por lo que al arrepentirnos lo que estamos haciendo es cambiar nuestra antigua forma de pensar y de actuar para acomodarla a otra nueva, donde ahora Cristo está formando parte de nuestras vidas y Su Palabra es guía para tener vida eterna.
Este acto también significa el romper con el mundo, con el reinado de este mundo. Dios nos dio libertad para elegir y decidir. A veces uno puede estar en un reino donde, el poder de un sistema religioso o de pensamiento, es el que te gobierne. Ese sistema te impide el que tengas una relación directa con Dios. Por lo que si de verdad decides salir de él, Dios te va a ayudar, te va a permitir establecer un Pacto ante Él, donde tú declaras que quieres tomar las riendas de tu vida y entregárselas a Cristo, saliendo del sistema de creencias o pensamientos antiguos que no te han llevado a ningún lado. Pero, usaremos de misericordia, pues es un pacto de no agresión contra aquel lugar donde nos encontrábamos. En ese sistema hay muchos como nosotros y debemos usar y compartir, en un futuro, de la misma gracia que hemos recibido de Dios, no para ir contra el sistema, pues es un reinado que Dios ha permitido y le ha dado poder, sino para guiarlos por el camino que nosotros hemos tomado, ayudándoles a saber cómo se hace un pozo.
Ahora es momento de comenzar un trabajo, espiritual, de quitar cosas de nuestra vida, y eso se ve gráficamente en la imagen de cómo se hace un pozo. Lo primero que tenemos que hacer es decidir la ubicación y tras esto comenzar a cavar. La ubicación no es otra cosa que la elección de Dios, de Su Palabra para Salvación. Tras esto está la gran labor de excavación.
En el desierto los pozos se solían hacer en torrentes secos donde había existido un flujo de agua, porque se suponía que allí era más sencillo encontrarla. Por un lado, el hecho de excavar donde había existido ya agua, indica que el agua de la que podíamos beber, ya se secó. Sería como la imagen del mundo, sabiendo que esa agua no salva, no satisface. El Señor espera a que esa esperanzas y miras de la carne se sequen para que en nosotros surja a necesidad de buscarle a Él, de empezar a desechar todo aquello que no le agrada, sacando fuera esa tierra (pecados, tristezas, amarguras, arrepentimiento de vida pasada, etc.), para que perseverando en el proceso de búsqueda de Dios, de Su Evangelio, a través de Su Palabra, de la lectura y comprensión, para conocimiento de la Voluntad de Dios, de Sus mandamientos y promesa de Pacto para salvación de nuestras vidas, le busquemos de corazón y podamos por fin beber de esa agua que ya nunca nos dejará sedientos.
Por otro lado, también podemos ver que donde ha existido esa agua, es un camino que, como la predicación, abre una senda por la que empezar a caminar, a trabajar en nuestras vidas para encontrar el Camino hacia la Salvación. Este mismo proceso el Señor lo asemeja a encontrar un tesoro: Isaías 45.3, Mateo 13.44, Colosenses 2.3.
Pero, como bien sabemos, Cristo quiere un encuentro personal y directo con nosotros, un excavar propio, un proceso de arrepentimiento, de bautismo en agua, como hemos visto. Recordemos cuál es la fe de Abraham: "Abraham creyó aDios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios." (Santiago 2.23).

Una vez que el pozo está finalizado, de ese manantial de agua viva (Juan 7.38), podemos ir sacando el sustento para toda nuestra vida. El Espíritu Santo es el que nos enseña todas las cosas y no nos dejará desfallecer. De él podremos dar agua a otros, ejemplo y testimonio, pero ellos tendrán que excavar su propio pozo, porque, como el Señor le dijo a la Samaritana, ese pozo de Jacob del que diariamente iba a sacar agua, no le daba la satisfacción necesaria, sino que siempre tenía que volver a él. En Su conversación con ella le mostró El Camino, que era el que iba a abrir con Su Sangre preciosísima, la fe en el Mesías Salvador, que le haría surgir una fuente de agua viva (Juan 4.14). Debemos enseñar a otros a saber buscar a Cristo, no establecer una relación de dependencia, como hace la religión. Así, se le podrá adorar en Espíritu y en Verdad (Juan 4.23).
Es curioso ver este mismo proceso en el propio hijo de Abraham, Isaac, pues en Génesis 26.12-33, relata como los filisteos cegaron con tierra los pozos que su padre construyó. Isaac los vuelve a excavar, sabiendo que en esos lugares iba a encontrar agua y, efectivamente, encontró Agua Viva. También existe lucha y ocurre el mismo pacto con el rey de los filisteos. Pero la diferencia es que Dios le da un sueño a Isaac donde le promete bendición, pues aunque nosotros a alguien le digamos que Cristo te salva, si no establece esa relación directa y personal con Él, de nada valdrá: "Y de allí subió a Beerseba. Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo. Y edificó allí un altar, e invocó el nombre de Jehová, y plantó allí su tienda; y abrieron allí los siervos de Isaac un pozo." (Génesis 26:23-25)